Monday, May 13, 1985

Primera Grabacion (perdida): Let It Be

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By Steve McCamel 21/Feb/99

A esta altura es necesario aclarar que estoy haciendo un recorte transversal, longitudinal, perpendicular, oblicuo o como más te guste. Lo digo en cuanto a que estoy comentando mi aspecto estudiantil, pero cae de maduro que lo hago para explicar como se fue configurando el mito. Lo aclaro porque otros ambitos que quedaron por fuera, podrían explicar otras amistades que me acompañaron, sobre todo en cuanto a mi etapa pre-Versers. Pero mejor no adelantarse.

Para la religión judía, los 13 años son importantes. Te hacés hombre de un día para otro. Vos recién te estás desayunando con nuevas sensaciones que te vienen de un cuerpo que cambia constantemente, te estás tratando de acomodar, de no quedar en ridículo cada dos por tres, en medio de todo eso, y en el marco de mi Bar-Mitzvá, mi tía Sarita me regala una guitarra. Habrá pensado que siendo ya un hombre iba a dominarla cual Hendrix criollo? Te equivocaste, Sara.
Si te hubieses detenido en tu faceta psi (aclaro que tía Sarita es una eminente psicóloga Mercosur), y no tanto en la hebraica, seguramente me hubieses regalado un cubo mágico, por pensar en algo irrompible, ya que mi puber torpeza no pudo evitar que apenas hecho el agasajo, se me resbalara de las manos, partiéndose elegantemente en dos.
Dos, dos años tardé en mandarla a arreglar a Casa Núñez, luego de la paliza que me dedicó mi father (nunca entendí bién si fue porque Sarita era su hermana, o porque me estaba dando su bendición por hacerme hombre...). Si saben hacer cuentas, para enero de 1986, con la viola recién encolada, me dirigí al Instituto Santa Cecilia para aprender a tocar dicho instrumento (con 15 años al otro instrumento ya lo estaba gastando, vamos a decir la verdad).

A todo esto, es importante destacar el primerísimo antecedente musical conjunto entre por ese entonces Leibo y el Tío (así me llamaban en el secundario). Unidos por los mismos gustos musicales (ya para 1985 había vuelto a las fuentes beatlescas) y por las primeras computadoras personales (Leibo con su Sinclair 2068, y yo con la Chotodore 64, luego de la TI994A) nos hacemos grandes amigos. Esto ocurre recién en 1985, por lo que en abril del mismo, estando en Uriarte (su casa en ese entonces, y lugar fundante del mito 2 años y medio más tarde) grabamos una tímida versión de "Let it be", el cual constituye un verdadero lost tape.

Como más tarde sería una modalidad característica, yo la cantaba acompañado por el piano de Leibo (un órgano Yamaha). Creo que Cacho fue un testigo fiel de ese momentum.

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