By Steve McCamel 22/Feb/99
Fueron 5 meses los que padecí como aprendiz de guitarra española en el Santa Cecilia. Quedaba a tan solo dos cuadras de casa. Un amigo de ese entonces, Damián Szutan, me acompañó en esa aventura. Era como una escuela del siglo pasado, no solo por la infraestructura del edificio, sino también por la gerontez de los profesores. Y tengo dos recuerdos que cual fotogarfías reproduzco aquí: una viejecita muy amable, la profesora de solfeo enseñándome a mover mi mano de un lado para otro, con paciencia de oro, sin notar mi cara de embole, o concentrado en la señorita de turno; y subiéndo al primer piso la última vez que fui, con una partitura de Los Beatles a la clase de guitarra con el Profesor Pepei (si vive ahora tendría 97) y la desfiguración de su rostro al verla.
Finalmente decidí que no cuajaban las milongas y la música clásica con mis gustos musicales de entonces, y es por ello que me largué. Es triste reconocerlo pero lo que aprendí en esos meses es todo lo que conservo hasta la fecha. Con esos arpegios, y acordes, unos 5 o 6, saco chapa de haber compuesto más de cien temas. Desidia, arrogancia, o pelotudez? Creo a esta altura que ninguna de estas posibilidades excluye a la otra.
Es así que en agosto de 1986 me largo a componer. A todo esto mis viejos se habían separado a fines del '85. Mi hermano y yo quedamos a cargo de mi vieja en Yatay, y mi viejo se fue a vivir a Olleros con Marta, su nueva pareja (que había sido su primer novia). Ahí vivía también, Darío Sohn, su hijo menor, con quien nos hicimos amigos de entrada. Degustador de la música como mi hermano y yo, pero de gustos ligeramente diferentes (Lerner, Banana Pueyrredón, Elton John, etc.), por esa época me hacía escuchar sus composiciones (unos 20 temas, que a mi me sonaban todos iguales).
Lo bueno del quía era que se defendía muy bién con el piano, y también con la guitarra, la cual dominaba como yo jamás (o al menos hasta ahora) lo iría a alcanzar. Y fue en ese marco que me dije, porque no yo?. Y escribí una letra "Música eterna", la cual nunca iba a tener música. Pero me copé y comencé a componer (si se podía llamar así a eso) casi todos los días, luego una por semana, a veces 2 o 3 en un día... todo dependía. La cuestión era que las músicas, cuando empezaron a ser mías, me salían en un estilo muy Palito.
Eran en su gran mayoría temas dedicados a mis amigos de entonces, o co-compuestos con ellos, con letras de contenido jocoso, absolutamente nada serio. Y así, de forma irregular surgieron estos temas que configuran la etapa previa a The Versers. Uno de ellos, en septiembre de 1986, casi un año antes, Leibo y yo dimos lugar a nuestra primera composición en conjunto: una divertida canción dirigida a nuestra división del Pelle, entitulado "Barajas, prostis, rofos y otras yerbas", el cual nunca fue grabado.
Fueron 5 meses los que padecí como aprendiz de guitarra española en el Santa Cecilia. Quedaba a tan solo dos cuadras de casa. Un amigo de ese entonces, Damián Szutan, me acompañó en esa aventura. Era como una escuela del siglo pasado, no solo por la infraestructura del edificio, sino también por la gerontez de los profesores. Y tengo dos recuerdos que cual fotogarfías reproduzco aquí: una viejecita muy amable, la profesora de solfeo enseñándome a mover mi mano de un lado para otro, con paciencia de oro, sin notar mi cara de embole, o concentrado en la señorita de turno; y subiéndo al primer piso la última vez que fui, con una partitura de Los Beatles a la clase de guitarra con el Profesor Pepei (si vive ahora tendría 97) y la desfiguración de su rostro al verla.
Finalmente decidí que no cuajaban las milongas y la música clásica con mis gustos musicales de entonces, y es por ello que me largué. Es triste reconocerlo pero lo que aprendí en esos meses es todo lo que conservo hasta la fecha. Con esos arpegios, y acordes, unos 5 o 6, saco chapa de haber compuesto más de cien temas. Desidia, arrogancia, o pelotudez? Creo a esta altura que ninguna de estas posibilidades excluye a la otra.
Es así que en agosto de 1986 me largo a componer. A todo esto mis viejos se habían separado a fines del '85. Mi hermano y yo quedamos a cargo de mi vieja en Yatay, y mi viejo se fue a vivir a Olleros con Marta, su nueva pareja (que había sido su primer novia). Ahí vivía también, Darío Sohn, su hijo menor, con quien nos hicimos amigos de entrada. Degustador de la música como mi hermano y yo, pero de gustos ligeramente diferentes (Lerner, Banana Pueyrredón, Elton John, etc.), por esa época me hacía escuchar sus composiciones (unos 20 temas, que a mi me sonaban todos iguales).
Lo bueno del quía era que se defendía muy bién con el piano, y también con la guitarra, la cual dominaba como yo jamás (o al menos hasta ahora) lo iría a alcanzar. Y fue en ese marco que me dije, porque no yo?. Y escribí una letra "Música eterna", la cual nunca iba a tener música. Pero me copé y comencé a componer (si se podía llamar así a eso) casi todos los días, luego una por semana, a veces 2 o 3 en un día... todo dependía. La cuestión era que las músicas, cuando empezaron a ser mías, me salían en un estilo muy Palito.
Eran en su gran mayoría temas dedicados a mis amigos de entonces, o co-compuestos con ellos, con letras de contenido jocoso, absolutamente nada serio. Y así, de forma irregular surgieron estos temas que configuran la etapa previa a The Versers. Uno de ellos, en septiembre de 1986, casi un año antes, Leibo y yo dimos lugar a nuestra primera composición en conjunto: una divertida canción dirigida a nuestra división del Pelle, entitulado "Barajas, prostis, rofos y otras yerbas", el cual nunca fue grabado.